Jose Antonio Soto: Baikal Ice Marathon en Siberia -2012
Teniamos muchas ganas de compartir estas fotos y crónica de lo que, sin duda, ha sido un gran aventura.
Mañana del 3 de marzo de 2012. Por fin había llegado el gran día.Dar a conocer
Crónica del gran ultrafondista Jose Antonio Soto.
En próximos días publicaremos más fotos y la crónica del gran Alvaro Puertas.
Había estado esperando durante 8 meses para poder correr esta carrera en Siberia. Sabía que sería algo especial y nunca lo iba a olvidar. Eso es lo que me gusta y esta es mi crónica de la carrera.
Listvyanka, provincia de Irkutsk (Siberia), 9h 30 min. -26ºC
Me desperté a las 7.00 a.m., miré por la ventana y ahí estaban los primeros rayos de sol. Otro día más amanece en Listvyanka. El gran día había llegado. Después de muchos meses esperando este momento hoy por fin correría la Maratón del Lago Baikal.
Me puse el pantalón windstopper, la primera capa de arriba y las zapas y sin perder tiempo bajé a comer algo junto a Mario y Álvaro. Suelo desayunar poco antes de una carrera, pero debido al cambio horario (8 horas más en relación a España) el desayuno se convirtió en una cena como dios manda, un buen plato de arroz con 7 salchichas, dos albóndigas y un huevo frito. De postre un café made in Siberia (agua chirri, jejejeje).
Subí a la habitación a terminar de vestirme, me puse una segunda capa, un chaleco y preparé el gorro, la braga para el cuello y los guantes. Guarde los geles, un plátano y la cámara de video en el chaleco y preparé la mochila con ropa seca para ponerme una vez entrase en meta. Fui con Mario y Álvaro a la recepción del hotel. Allí nos esperaban la mayoría de los participantes, entre ellos otros dos españoles, Ignacio y David. Cinco españoles habíamos coincidido este año, uno más que el año pasado. Nos sacamos unas fotos junto a la bandera española y no dispusimos a salir del hotel. Eran sobre las 9h.15. El día previo la organización nos había comunicado que la salida sería a las 9h 30. Al salir al exterior nos dimos cuenta que el día iba a ser muy frío. Un chico de la organización nos enseñó un termómetro y marcaba -26º C. Helados nos quedamos al verlo, nunca mejor dicho.
Este año la carrera sería a la inversa de años previos. Saldríamos de Listvyanka, en lugar de Tanhoi, y la meta sería en esta última localidad, en la otra orilla del lago Baikal. La organización nos lo había dicho el día anterior a la carrera, en la reunión técnica. Los motivos del cambio en el sentido del circuito fueron varios. Uno de ellos era que en el km 16,6 había una grieta causa por un pequeño terremoto que había ocurrido el día anterior (en lo que iba de año se habían registrado en el lago Baikal 41 movimientos sísmicos de baja importancia). Nos dijeron que habían puesto pasarelas de madera para pasar los corredores. Otro de los motivos del cambio de sentido de la carrera, y más impactante, fue que en el km 33 y durante un tramo de 600 metros el hielo estaba muy inestable y poco compacto, con una especie de burbujas conocidas como “Ice Pancakes”. La organización nos informó que por precaución este tramo lo teníamos que hacer andando, muy despacio y aquel que corriese sería descalificado. Al tratarse de un punto crítico (km 33), los corredores iríamos más distanciados y era menos peligroso que si fuese en el km 9, si hubiésemos salido desde Tanhoi y se corriese más en grupo.
Fui directo a dejar las mochila a uno de los hovercraft y para no quedarme frio estuve 3 minutos metido dentro del vehículo con Álvaro. Por lo menos era algo de tiempo ganado al frío, tenia la calefacción puesta. A las 9.25 llegaron más corredores para dejar sus mochilas y tuvimos que salirnos. Fuimos hacia la salida. Hay que decir que los rusos no son muy puntuales, pues eran las 10h.10 y aún no habíamos salido. Me quedé frío, muy frío, apenas sentía las manos, me tuve que poner otros guantes encima. Mario me dio unos calentadores de manos y ni con esas entraban en calor. A esa temperatura no te puedes quedar parado, aunque sea tienes que saltar o trotar suave para que el cuerpo se active y empiece a sudar un poco. Pero claro, sin pararte porque corres el riesgo de enfriarte, y eso es peor ya que luego cuesta arrancar mucho más.
Dieron la salida pasadas las 10h10, con una cuenta atrás desde el 5 hasta el cero. Miré a mi gran compañero de entrenamientos, mi gps y las pulsaciones me iban subiendo debido a los nervios, se escuchó un grito y los 115 corredores salimos con una única ilusión u objetivo: llegar a la otra orilla del lago como fuese, daba igual el puesto y el tiempo. Yo solo quería llegar a meta para ver cumplido el sueño que me perseguía desde varios meses atrás.
Tras la salida no podía aguantar el dolor en los dedos de las manos, parecía que se me estaban congelando y eso que llevaba puesto 2 pares de guantes de montaña, unos finos y otros más gordos. Hasta llegue a pensar que como no cesase el dolor tenia que pararme porque no era normal lo que me dolían. Me asusté un poco, hasta que pasados 10 minutos de carrera entré en calor y se pasó el dolor. Enseguida me quité un par de guantes y ahora el problema era ver dónde los guardaba. Me los puse detrás, dentro del pantalón, pero me molestaban al correr y no tuve más remedio que volver a ponerlos delante. Empecé a correr un poco más rápido hasta alcanzar al cuarto clasificado, un ruso. Le adelanté e intenté ir a por el grupo de cabeza, pero era difícil, me sacaban unos 250 metros. Lo intente, pasé un km en 4´05´´ y enseguida me di cuenta que esa no era mi batalla. Pese lo que pese, tenia por delante a 3 rusos que seguramente eran mejores que yo en ese tipo de carreras sobre nieve y encima estaba corriendo en su terreno. Intenté ir a ritmo toda la carrera o por lo menos lo que aguantase, a 4.25 - 4.30 por km.
En el primer avituallamiento, km 8, paré para tomar un poco de té caliente y también agua. Tenía miedo que el agua estuviera fría, pero no fue así. Antes de salir miré atrás y sacaba al quinto clasificado más de 700 metros, continué la carrera y noté que la braga del cuello se estaba congelando, no me podía tapar la boca con ella, pues estaba como una piedra. Iba corriendo por la trazada que habían dejado los coches y eso facilitaba bastante el correr, de vez en cuando te hundías hasta el tobillo y era un esfuerzo extra el avanzar por aquel terreno. Llegamos al km 16,6, donde la organización había dicho que había una grieta grande. La verdad que muy grande no era, pero hubo que dar un salto para pasarla. Mi sorpresa fue que un poco más adelante me encuentro con una pasarela de madera para pasar otra grieta más grande que la anterior. Esto no estaba en los planes. Y menos mal que pusieron medios.
Llegando al avituallamiento de la media maratón paro y bebo otro vaso de té caliente y entro en calor rápidamente. Pero poco duró la alegría, a los 3 minutos otra vez notas ese frío que te entra por la cara y te deja sin respiración. Tienes que convivir esos kilómetros hasta la meta con este sufrimiento. Noto que la mandíbula se me congela, por debajo tengo la braga de cuello congelada como una piedra y eso me esta fastidiando de lo lindo. El gorro lo tengo blanco del sudor y hasta las pestañas están blancas, como si me hubiera puesto el rimel de extensión de pestañas de Loreal, jejejeje. Continúo hasta el km 26 y me empiezo a notar muy cansado de piernas. A estas alturas de la maratón, y en cualquiera de asfalto, ya notas cansancio muscular. Pero en esta las piernas sufren un poco más debido a que hundes más y tienes que hacer más fuerza para avanzar. A medida que quedan menos kilómetros hay más nieve en el camino y es donde las piernas se te cargan más y si vas un poco tocado acaban contigo. Era consciente que el último mes había entrando menos debido a una tendinitis en el tendón rotuliano y se me iban a hacer un poco largos los últimos kilómetros y más en estas condiciones.
En el km 32 escuchaba el crujir la nieve detrás de mí y el ruso que había pasado al principio me devolvía la moneda y me pasaba sin piedad. Le sigo un poco, pensando que en el km 33 íbamos a tener que parar por el tema del hielo más blando, pero cual es mi sorpresa que ahí no para nadie y no hay ninguna señal ni nada y todos parecían haber pasado corriendo. Pues nada, adelante.
Km 34 me pasa David, un español que vive en Madrid, y me pregunta como voy. Yo apenas podía articular palabra y le dije, a duras penas, que estaba helado y me ofrece unos guantes que llevaba y una chaqueta. Le dije que no se preocupase, que muchas gracias y que tirase fuerte que muy cerca tenia al cuarto clasificado. Allá fue a su caza. Yo a duras penas iba aguantando y el ritmo fue decayendo poco a poco, mientras me voy sacando videos y fotos como recuerdo. Saco fuerzas de donde sea, no veas lo difícil que es grabarte ahí, con el brazo levantado y si moverte mucho para que la imagen se estabilice un poco. Había que tener un hermoso recuerdo de la carrera.
Los últimos 3 kilómetros la nieve está más blandita y cuesta mucho más correr. Ya se ve la meta a lo lejos, parece que nunca iba a llegar. Veo a 2 cámaras que me están grabando y al Español David Robisco, cuarto clasificado, esperándome en la meta con la bandera de España. Todo un detalle David, gracias. Levanto los brazos con mi bandera pequeña de España y me digo a mi mismo, "Jose, lo has conseguido, sueño cumplido". He sido el sexto clasificado con un tiempo de 3h23 minutos. Me abrazo a David, nos hacemos unas fotos para la prensa, charlamos un poco de la carrera y sin perder tiempo nos vamos a una tienda de campaña grande donde había un cañón de aire caliente y ahí nos cambiamos y nos ponemos ropa seca. Al terminar nos dirigimos al hovercraft y nos llevaron hasta mitad de recorrido, donde otro hovercraft nos llevó hasta la salida. Desde allí me dirigí al hotel a darme un baño y a esperar a Álvaro y Mario que llegasen. Al cabo de un rato llaman a la puerta y ahí entran. Y como era de esperar, me dicen que misión cumplida. Habían terminado la maratón del Lago Baikal también. Somos BAIKALES.
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