Ganar en un congelador: corriendo por el lago Baikal
Para el 'runner' normal, el maratón representa el reto definitivo. No hay una prueba más emblemática, por mucho que la oferta se haya diversificado hasta extremos impensables hace sólo unos años. Sin embargo, esos 42 kilómetros y 195 metros se quedan cortos para un reducido grupo de corredores que están abonados a las emociones fuertes. José Antonio Soto es uno de ellos.
Sotuco, como le llaman sus allegados, es un enamorado de los ultramaratones desde su debut en la subida al Pico Veleta (50 km. y 2.600 metros de desnivel positivo) en 2001 con apenas 25 años. Tres años después participaba en su primera carrera de 100 km., distancia en la que ha logrado un bronce individual (2014) y dos oros por equipos (2011 y 2014) en el Campeonato de España.
Un historial lo suficientemente importante como para no embarcarse en nuevas aventuras, pero el santanderino es de esa clase de personas que ve una oportunidad donde el resto huele la locura. Así fue como se enamoró del Baikal Ice Marathon (BIM), una de las pruebas extremas más exigentes del mundo, que se corre sobre las aguas heladas del lago siberiano.
Soto debutó en 2012 con un sexto puesto que le dejó un regusto amargo. "Esa primera vez no llegué del todo bien porque estuve un mes parado por una lesión. Al final acabé con la sensación de que podía hacerlo mejor. Vamos, que me quedé con ganas de volver". Una empresa complicada a tenor del coste del proyecto. El cántabro necesitaba un patrocinador, un ángel de la guarda que financiara su aventura. Lo acabó encontrando en un antiguo compañero del colegio La Salle de Santander, Javier Montaraz, director general de Barymont, una empresa de planificación financiera. "Soto, tienes que volver y ganar", le dijo Montaraz, que fue seducido por la pasión con la que su amigo hablaba del BIM.
Con el apoyo económico de Barymont, Sotuco tenía todo lo necesario para asaltar su sueño. Esta vez no dejaría ningún cabo suelto. Lo primordial, huelga decir, era preparar la carrera mejor que la primera vez. El cántabro se pasó cuatro meses (de noviembre a febrero) entrenándose por los Picos de Europa con raquetas de nieve. Entre dos y tres horas cada día y con las abundantes nevadas del pasado invierno como solitarias compañeras de viaje. Todo estaba listo pero el Baikal tiene sus propias reglas...
La realidad, tozuda como el crudo invierno siberiano, demostró que nadie estaba preparado para lo que le esperaba en esta 14ª edición del BIM. La culpa la tuvo elverkhovik, un viento del norte que, sin obstáculos, baja por el lago a toda velocidad con rachas que superan los 100 kilómetros por hora, desplomando de paso las temperaturas. Hasta 35 grados para cero, diez menos que en 2012, cuando Soto se estrenó en esta infernal carrera.
"La primera vez no me quemé nada y llevaba la nariz al descubierto", relata Sotuco, que no sabía el calvario que le esperaba. El español se situó en cabeza de la prueba desde el inicio, abriendo brecha con sus perseguidores e ignorando aún que su verdadero rival era el verkhovik. De los 150 participantes, sólo 12 pasaron el medio maratón y varios acabaron en el hospital con síntomas evidentes de hipotermia. Mientras, nuestro héroe se adentraba en lo desconocido...
"Este tipo de carreras son otro mundo. No vas a hacer marca, vas a la aventura en el sentido más preciso de la palabra. La superficie, de hielo y nieve, es muy irregular. Pisas mal, no avanzas en línea recta y puedes sufrir alguna torcedura de tobillo. Además, para ganar tienes que ir con la ropa justa y eso me pudo costar muy caro", admite Sotuco, que sólo llevaba un par de guantes e iba menos abrigado que en 2012.
A la altura del kilómetro 35, el cántabro para en un punto de avituallamiento y toma un té para entrar en calor. La chica que le ofrece la bebida le comenta que tiene la nariz azul. "Esa chica me la salvó. Ya tenía quemaduras de cuarto grado pero hacía muchos kilómetros que ni siquiera la sentía, así que no me dolía. Gracias a ella decidí darle la vuelta a la braga, porque la parte delantera estaba completamente congelada, y pude darle algo de calor con el vaho de mi boca". Aun así, acabó la prueba con tres dedos de la mano izquierda y la nariz congelados, además de una preocupante herida en la frente.
A estas alturas de la carrera, el viento es tan fuerte que a Soto le cuesta mantener la verticalidad. La visibilidad es mínima, de unos diez metros. Ya no se trata tanto de ganar como de evitar un susto. Al frío extremo y la ventisca hay que sumar las grietas que esconde el Baikal congelado. Un paso en falso y adiós. El traicionero verkhovik gana el pulso y el cántabro cae al suelo. "Fue un buen golpe. Una semana después todavía me dolía la cadera", relata ya en Santander. Todo ocurre en el kilómetro 39. Hay que levantarse y cruzar la meta...
El objetivo está muy cerca. Sotuco lo acaricia con la yema de los dedos. De repente, aparece un vehículo y se baja un miembro de la organización: el maratón se ha suspendido por primera vez en su historia. El español se queda a kilómetro y medio de la meta. No es el ganador oficial pero todo el mundo le rinde honores de campeón. "El Baikal es un lugar precioso y mágico. Me han invitado pero no creo que vuelva. Es hora de buscar nuevos retos porque correr es mi vida", confiesa el español, que ya piensa en un nuevo adversario: "Ahora me gustaría preparar alguna carrera con calor extremo, muy probablemente en Estados Unidos (el Valle de la Muerte) o África". Palabra de 'runner'.
Temas relacionados
- Polideportivo
- Primera Plana
- atletismo
-
Te recomendamos
4 Comentarios
albertomanuz
#1Muchas Felicidades Sotuco, eres un fenómerno, te conocí el sábado pasado en Madrid, y la verdad que eres un ejemplo a seguir.
mariacorredora
#2Enhorabuena jose antonio, yo también hago carreras por nieve y me puedo hacer una idea por lo que pasaste, el articulo esta genial, sobretodo por poner la ropa que llevaste, muy bien descrito. Gracias y felicidades. Maria.